lunes, 6 de agosto de 2007

Nada nuevo...

Sin duda no hay nada nuevo. Nada que exista sin la complejidad absurda de los días. Nada nuevo hay fuera del ardor de los amantes. Habría que explicar que la felicidad es algo insostenible, es la larga agonía de los locos, que ven en ella su último refugio.
Habría que hacerlo, y mostrarle que hay algo fuera de ella que nadie entiende. Que hay días terribles en los que el desconsuelo nos hace rendirnos, y entregarnos por completo a nuestro ego maltrecho. Regresar a casa y hundirnos en el sueño; sin los ecos del mundo externo, sin la felicidad efímera, sin el amor profesado, sin el odio inspirado. Regresar como siempre,con las manos llenas del futuro acabado.

sábado, 4 de agosto de 2007

De principios de reconstrucción social

Los hombres temen al pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa en el mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible; el pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría leal del pasado. El pensamiento pone sus ojos en el pozo del infierno y no se asusta. Ve al hombre como una débil mancha, rodeado de abismos insondables de silencio; sin embargo se sostiene orgullos, tan impasable como si fuera el señor del universo. El pensamiento es grande, ligero y libre, la luz del mundo y la mayor gloria del hombre.
Pero si el pensamiento ha de ser la posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que viven no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
Bertrand Russell (De principios de reconstrucción social. Antología)

Más tarde

Me encuentro al desencanto en la orilla más cercana, entre el odio no dicho y el amor agotado. Sumergiendo el rostro del mundo, de la humanidad que no entiendo, si fuera honesta diría no aguanto.
A veces me arrepiento, sin sentir culpa, de ser o no ser que es lo mismo. Qué manía rara de sentirla.
No sé cómo seguir esto, tal vez más tarde...tampoco lo sabré.