domingo, 25 de noviembre de 2007

Dame cobijo
con toda la ternura
que te he prestado
Mario Benedetti

Recorro con el olfato jadeante
tu aroma a olvido.
Te miro y la luz se agota
entre el hastío de las pupilas dilatadas.

Las manos de ayer, no existen ya
se acabó el incesto de los sueños.
el dolor regresa a la esfera del tiempo
onírico consuelo de omnipotente trueno.

El tacto me conduce lánguidamente
a tu hemisferio,
colapsado sudor del alma.

La nocturna lengua no conoe
el dulce ácido del sexo.

Embebo lenta, dulcemente
el instante entre tus cielos
batallas épicas del estigmatizado recuerdo.

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