martes, 26 de noviembre de 2013

[V]

Algo empieza a desbordarse, no cabe en sus límites. El tiempo está ahí con esa espera muda, listo para rememorar hazañas pasadas. Nos muestra cómo lo impasible de nuestra existencia retorna a su ciclo. Tuve que aguardar para seguir con la correspondencia llena de palabras que no te llegan, con esta ansiedad que carcome la mente,  donde te pienso y existes.
Llegamos a una cantidad prescindible de horas  y ese  clavo,  la esperanza. Esperanza de todo, de lo que un día nos movió a la sonrisa y a la ternura. Siempre estuve a tu espera con la firme intención de que la historia nos redimiera. Y ya ves…sigo aquí con el hartazgo propio del no significar para el otro, acariciando el amor que no se puede dar. Esperando, siempre esperando  la mirada,  la palabra, esas situaciones pequeñas que transformaban la oquedad de este mundo.
Estamos cerca de conmemorar este ciclo de amargura y no encuentro otra opción en medio de esta estabilidad y certeza de la nada. Ves, las certezas no siempre nos permiten ser en lo que buscamos; la estabilidad resultó un estancamiento, será por eso mi negación a la certeza y estabilidad. Te das cuenta, hablo del nosotros como si te tuviera frente a mí, vaya manía de hablar del nosotros, un nosotros que nunca tuvo lugar, un nosotros perdido.

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