Te escribo, desde la luz tenue de mi conciencia, con los labios llenos de tu nombre, de ti. Busco la palabra que crea-que-cree, que llama al afecto escondido entre el olvido y la locura.
Te escribo a tí, mi sombra añorada en las noches, mi sombra ajena que está ahí, recordándome que el amor sigue siendo eso, que llaman entrega. Te entrego, me entrego mi sombra.
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